viernes, 30 de julio de 2010

Traumas infantiles

Mi infancia fue muy feliz dentro de un nido, aún lo recuerdo y se me ponen las plumas de punta. El nido tenía de todo, casitas de corcho, árboles, una piscina para verano, proyecciones de pelis en pantalla gigante, momentos de terror, aún me cago encima cuando recuerdo aquél 'episodio' en el que una de las seños pajarita, se disfrazó de la bruja de Blancanieves, desde entonces muchas noches me despierto piando sin parar.

Pero lo que más, más requetegustaba del nido es que los días de lluvia, las seños desplegaban una supermoqueta en el suelo y correteábamos descalzos, o simplemente nos subíamos a una silla a mirar por la ventana cómo el agua caía sobre las casitas de corcho.

Los años en el nido fueron maravillosos, pero hubo un momento en mi vida, que descubrí la palabra 'cambio' y la verdad es que no ha dejado de acompañarme en estos 27 años…

Yo estaba bien en el nido, bebíamos leche a todas horas, comíamos galletas, anisitos y nos bañábamos al sol jugando sin parar, pero un día no sé por qué me dijeron que ya no volvería a ir jamás.

Ese día se me rompió el cascarón...

Al tiempo de abandonar el nido, me acompañaron a un edificio enorme, estaba completamente asustada, pero una vez dentro vi que habían más pollitos como yo y por el tiempo descubrí que todos teníamos muchas cosas en común. Comíamos bocatas a la hora del recreo, donde me aficioné a jugar a las canicas, también despegábamos los chicles del suelo y nos los zampábamos o si teníamos mucha suerte, cambiabas medio bocata de atún por medio de nocilla, así tenías postre y todo.

El colegio, que era como se llamaba ese sitio, en realidad no era malo, te hacían trabajar un poquito a veces, pero se hacían cosas chulas, como pintar con pintura de dedo, con ceras, con acuarelas, y en Navidad, descubrías que había teatro y que tus profes, siempre se inventaban algo para que saliéramos todos a escena.

Mi pasado como actriz... dramático
Yo he llegado a interpretar papeles tan importantes como el de un árbol, (no de decoración, este hablaba), de ángel, de pastorcita (con una cabrita dentro de una cestita), de narrador número 10 en la historia del 'Tragaletras', supongo que habré salido haciendo más cosas, pero mi memoria USB no da para tanto.

Heidi&yo
El resto de mi vida infantil también lo recuerdo con cariño, siempre al lado de mi querido gran abuelo, en esa época que estaba de moda ver Heidi, entre otros grandes éxitos, yo estaba convencida de que mi abuelo era el doble del abuelito de Heidi, aunque la verdad, ahora que lo pienso, las escenas de acción no abundaban como para pensar eso. Fijaros si Heidi hizo mella en mi, que tuve muchos canarios amarillos y a todos les puse 'Pichi', todos morían por depresión, nunca más tuve canarios.

jueves, 29 de julio de 2010

Romanticona hasta las cejas

¿Alguna vez habéis oído hablar del amor? Yo sí… un montón de veces, a mis amigas, a mis amigos, a mi hermano, a conocidos, a desconocidos… ¿Pero alguna vez lo habéis sentido? Yo creo que una vez, aunque no debí hacerle caso a mis sentidos… de hecho creo que nunca debería hacerles caso, pero ese día lo hice y lo recordaré como si fuera ayer.

Era verano, creo que un 23 de julio y sin esperarlo, conocí a John Lennon, aunque luego pasó a ser un pequeño monstruo azul come galletas, al que le encantaba hablar de gatos, de hecho recuerdo, que cerca andaba uno medio despistado y empezamos a meternos con el pobre… de lindo gatito pasó a ser una pantera nocturna, que tal vez quería comernos. Sí, la imaginación a veces da para mucho.

Recuerdo que fue una noche muy extraña, pero supongo que todas las noches que alguien encuentra a esa persona especial, lo son, incluso cuando te encuentras con feroces panteras perdido en medio de un campus que no es ni el tuyo.

De una noche extraña pasó a ser una historia bastante peculiar, donde un día, sin esperarlo, me crucé con un caballero argentino que me aconsejó que todo John Lennon tiene a buen recaudo a su Yoko Ono, así que cogí la maleta y mi bote de galletas y pasito a pasito continué mi camino.

miércoles, 28 de julio de 2010

¿Qué es ser una mujer beta?

La mejor frase que puede resumir la expresión, es algo que me dijo mi madre un día que intentó levantarme el ánimo:
"Cariño, no eres guapa, pero tampoco eres fea eres... resultona"
Evidentemente no consiguió la finalidad que ella humildemente intentaba...

Pasado el tiempo y después de darle vueltas a la frase, pensé que la mejor forma de definir a una mujer como yo es la expresión 'mujer beta', la justa medida de todas las cosas*.

Intentaré explicarme mejor, existen varios tipos de seres humanos, según mi punto de vista. Los hombres/mujeres alfa, los hombres omega y las mujeres beta (el ser humano gamma no me atrevo a definirlo...)

Hombres/mujeres alfa: Son personajes líderes por naturaleza, dueños de la manada y egoistas hasta las puntas de sus perfectas y cuidadas mechas. En los momentos cumbre de sus vidas, como el apareamiento o cuando hablan de su coche, ellos suelen sacar pecho palomo y alardear de cómo meten el embrague o cómo cambian el líquido limpiaparabrisas. Ellas en cambio se preocupan por estar 100% perfectas, ni un pelo, ni un grano, ni un mechón mal puesto y cuando se trata del momento ligoteo, suelen andar más tiesas que el palo de una fregona. En ambos géneros creo que la única conversación que se puede tener con ellos es preguntarles por su marca de bronceador.
La ciencia aún no ha descubierto el por qué, pero por suerte o por desgracia, esta especie suele aparearse entre sí.

Hombre omega: Es un chico sensible, inteligente y con buen gusto. Le encanta la cultura y prefiere un buen libro o una buena conversación antes que cualquier otra cosa que requiera 'fuerza bruta'. Suele ser bastante cariñoso con la gente de su entorno y sólo se altera cuando su grupo de música, escritor, director de cine o dibujante de cómics decide dar una charla en su ciudad. Los chicos omega suelen congeniar muy bien con las chicas beta, suelen tener muchas cosas en común, como querer achuchar a un gatito bebé.

Mujer beta: *es la justa medida de todas las cosas, ni muy guapa, ni esperpéntica, es hermosa y cada día intenta reinventarse tanto por dentro como por fuera para ser un encanto de persona. Es simpática, divertida, alegre, trabajadora y luchadora por naturaleza. No le gusta mucho mirarse al espejo, de hecho suele salir muchas veces de casa sin haberse peinado delante de él, pero no pasa nada, porque esos pequeños detalles pasan desapercibidos cuando sonríe.

martes, 27 de julio de 2010

Y la Hilton no nació

Llegué al mundo de una manera poco usual. Según tengo entendido, las cigüeñas son las encargadas de hacer los repartos infantiles, o eso me hicieron creer los Monty Python y miles de historias del señor Walt Disney, pero mi caso no fue así.

Hacía 100 años que había nacido el amante particular de las cucarachas, y por cualquier conjuro mágico, se decidió que debía aparecer alguien que odiara en cuerpo y alma al protagonista de aquél libro, que el señor Kafka le dedicó a ese asqueroso y desagradable bichejo. Así que después de consultar varias cartas astrales y alinear mil y un asteroides en un trozo de papel, se decidió que en una noche con rayos, truenos, relámpagos, lluvia, y en pleno verano, naciera yo.

Tengo varias teorías con respecto al por qué se estremeció el mundo cuando nací. La primera es que soy el anticristo, pero me he dado cuenta que a mis 27 años aún no he desarrollado esa faceta tan... maligna, pero vamos, que si nos ponemos a pensar que me gustaría conquistar el mundo, pues no estaría mal la cosa, pero no creo que nadie le haga caso a una mujer beta como yo. La siguiente teoría trataría sobre las fuerzas de la naturaleza y su unión para advertirme posiblemente de varias cosas, la primera que me he equivocado de planeta y la segunda que yo debería haber sido Paris Hilton.

Presentación

¡Hola! ¿Qué tal? No se me dan muy bien las presentaciones y menos aún cuando no sé a quién tengo delante, así que empezaré presentándome... me llamo Eva, o eso pone en mi partida de nacimiento, lo que sigue no lo logro descifrar, se ve que la caligrafía en aquélla época en que mis padres decidieron inscribirme, no estaba bien vista... y por lo que veo, ahora tampoco.

Para los curiosos diré que no soy ni muy alta, ni muy bajita, tengo la estatura perfecta como para ponerme de puntillas y llegar al fabuloso bote de galletas, la verdad es que a veces es todo un logro conseguir cogerlo, sobre todo cuando se escurre y se mete un poquito más hacia dentro de lo normal del estante, ¡pero bueno! Para eso en el Antiguo Egipto inventaron las sillas, para llegar a los puntos más álgidos y atrevidos del resto del mobiliario cotidiano.

Por lo demás, soy igual que todos vosotros, tengo dos brazos, dos piernas, dos manos, una nariz, dos ojos y bueno, lo único que puede cambiar es que tengo los complementos característicos de una mujer, pero de una mujer beta.

No es que sea importante la descripción del físico de una mujer beta como yo, pero supongo que así, lujurioso tras lujurioso post, se esbozará con más o menos encanto una imagen mental de cómo soy. A lo mejor hasta tengo suerte y yo misma logro saberlo.